El Caminante
Alberto dedicaba la mayor parte del día en mirar el lugar por donde pisaba. Alberto era así, bonachón y cuidadoso, preocupado siempre de pisar lo suficientemente flojo como para no levantar una nube de polvo que hiciera toser a las hormigas, por no hacer demasiado ruido al pisar hojas secas o por crear minúsculos océanos con la forma de sus suelas.
Un buen día, cabizbajo pero contento, no acertó a ver la rama de un almendro que, ¡ruin!, se interpuso en su camino.
El bosque se quedó en silencio, observando desde los rincones inexistentes al pobre Alberto.
El pobre Alberto estuvo en cama 5 días, a los cuidados de un oso anciano y un ciervo entendido en cosas de hierbas y chichones.
Al sexto día Alberto volvió a salir a pasear; pese a los rumores, siguió andando con la mirada gacha. Lo más curioso y comentado en el bosque durante semanas fue el magnifico casco que se había comprado.
Textos: Alpargatus
Imágenes: FHNavarro
1 Comments:
Tu curiosidad será resuelta en breve. Aunque no creo que te guste demasiado el resultado.
12:30 p. m.
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